COLUMNISMO

Soy un irresponsable. Los que me conocen asentirán unánimes. Irresponsable y privilegiado. Dos características no demasiado compatibles a la hora de trazar una semblanza florida del autor de estas líneas. Alguna vez un temerario editor me propuso escribir una columna; y esa vez no dudé ni medio segundo en decirle que sí.

Pasado el tiempo y mirando en derredor, uno se da cuenta que para escribir de los temas que trata PALIMPSESTO hay personas más capacitadas y de escritura más sólida o más amena. Uno se da cuenta también que tiene una tradición atrás, nombres ilustres la han construido y dignificado. Si aquella vez hubiese reparado en parte en estas cosas, seguramente mi respuesta habría sido negativa.

Ah, que estas líneas no te muevan a compasión, tampoco son resultado de una modestia simulada. Son mojones que comprueban mi irresponsabilidad. Querría seguir contándote un poco de dónde proviene la tradición del columnismo; pero antes quiero aclararte mi situación de privilegiado.

Escribir es una actividad placentera, pero en mi caso también es trabajosa; nada me sale en el primer intento y debo ir y venir por las hileras de palabras buscando enderezarlas, cortando las malezas, reemplazando aquí un adjetivo, allá una idea.

Y que estas palabras que se engendran en la soledad de una habitación, en los ajetreos de un viaje, en la pantalla o en un cuaderno, que tratan de ocurrencias, de gustos, de hechos impactantes; estas palabras, digo, que forman esta silueta alargada en las últimas páginas del diario, llegan a vos, lector o lectora, una vez a la semana y se produce el milagro del encuentro, ya cercano, ya distante, ya apasionado, ya indiferente. Y eso es un privilegio inmenso.

En el mar de mensajes del mundo actual, arrojo mi botella a modo de náufrago y del otro lado hay quienes recogen la botella y leen lo que en ella hay escrito. Sin conocernos estamos en contacto, quizás no nos veremos nunca; pero si una línea te ha conmovido, una imagen te emocionó o te causó risa, ya es suficiente paga para seguir escribiendo.

Ahora sí, retomo la ruta para hablar de un género que ha pasado por altibajos y que podemos denominar a grandes rasgos como columnismo. Desde hace unos años las columnas periódicas viven un gran auge. Algunas de las causas pueden ser de tipo práctico ya que los columnistas garantizan la ocupación de cierto porcentaje de espacio independientemente del resto del contenido.

Otra causa tiene que ver con una cuestión de estilo y de enfoque. Las columnas proporcionan un tono distinto, un enfoque personal que contrasta con el enfoque más general del resto del diario, además pueden entretener y dar un toque liviano, en medio de la gravedad de las informaciones y del estilo más restringido de las noticias.

La búsqueda del acento personal es algo que los diarios actuales han recuperado del periódico decimonónico; esto tiene que ver con la velocidad actual de la información en la era digital.

La columna contribuye con su estilo a informar entreteniendo o bien a entretener informando.

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